La Pequeña Política


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Óscar Arias Rojas
Sociología
Movimiento de Reforma Universitaria - MRU
... dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas...
Lo que hoy experimentamos en la UC es el desarrollo de la “pequeña política”. Esta pequeña política es lo que otros llaman movimiento estudiantil. En ella participan un grupo de estudiantes fundamentalmente homogéneos que sin embargo se ordenan en distintos grupos (políticos) que se llaman movimientos. Existen los gremialistas, los K3, los del Sector, el FEI, y otros grupos más pequeños. En total, no superan el centenar. Esto es la política universitaria de la UC.
¿Por qué no son más? Por que los talleres se superación personal son siempre pequeños. Nadie esperaría tener un taller de fotografía con 5000 personas, no porque no a todos les guste la fotografía, sino porque no se puede hacer un taller tan grande. No resulta entretenido (o formativo) la verdad es que la política universitaria no es sino otro taller o OFG más, en donde los que tienen interés pueden inscribirse. Esto no es lo que van a decir los dirigentes y los políticos universitarios (los “pequeños políticos”). Según ellos existe una generalizada apatía en el estudiante de la católica. Esto no es cierto. El estudiante de la católica tienen la más alta participación en elecciones de Federación de todas las universidades del país. El estudiante de la católica participa más que ninguno en actividades de voluntariado de todo tipo. Claro, el estudiante no participa de las mismas actividades que los pequeños políticos. Pero eso no quiere decir que sean apáticos o no les interese la realidad de sus semejantes. No a todos les gusta la fotografía, eso es todo. Sin embargo por esta baja participación en la pequeña política los estudiantes de la UC han sido satanizados largamente. ¿Qué pasa entonces? Más bien, lo que sucede es que los pequeños políticos deben ocultar su incapacidad para dirigir y para motivar a sus pares, con explicaciones de 2° básico. Esto es por un problema en el nivel de la toma de decisiones. Los pequeños políticos toman decisiones que 1) son ínfimamente vinculantes (no alteran las relaciones entre los estudiantes, ni tampoco su existencia individual) y 2) por lo tanto no son interesantes, carecen de importancia. Hace tiempo que los pequeños dirigentes no son capaces de seguirle la pista a sus compañeros.
¿Por qué pasa esto? Fundamentalmente, porque no les interesa seguirle la pista a sus compañeros. Cuando los porcentajes en las elecciones de Feuc tienen una variación máxima de 5%, no queda mucho a la imaginación. De hecho, en el juego que existió hasta 2001, con tres equipos, el resultado era predecible en casi todo los casos. Hoy, con 5 equipos las cosas se ponen un poco más difíciles a la hora de predecir, pero con el tiempo van a ser iguales, porque el principio que subyace se mantiene inalterado: la conservación de un statu quo. El ideal de superación, de trascendencia, que es fundamental en política (básica, eso sí, en política básica) ha desaparecido. Hoy sólo hay dos signos en la pequeña política: el dinero y el reconocimiento. Y ojo, que no deberíamos escandalizarnos por lo del reconocimiento, que es algo normal, sino por lo del dinero. Lástima. Para quienes están fuera de la pequeña política, y también para los CC.EE. y los movimientos políticos, la Feuc representa dinero. Dinero para becas, dinero para mantener pasquines andando. Es decir recursos aprovechables. Ahora, para quienes están del otro lado, para los pequeños políticos, la Federación, y el espacio pequeño – político en general, representan una instancia de reconocimiento. A los pequeños políticos les gusta verse ganando elecciones, les gusta manejar información privilegiada, estar en las cúpulas, etc: ellos quieren ser como políticos grandes. Ahora, el reconocimiento se obtiene, en este caso, de los que están cerca: una clase de hombres y mujeres que participan de la pequeña política (en un Consejo de Presidentes gran parte de la asistencia pertenece a este grupo), pero siempre en cargos de segundo orden que se sienten felices con las migajas que caen de la mesa. Estos individuos son los que ponen la música para la fiesta y los que reconocen a los pequeños políticos. Todos los grupos políticos los tienen. Por eso, paradójicamente, son los únicos realmente importantes: sólo ellos le interesan a los pequeños políticos. El estudiantado en general esta muy lejos para que pueda importar. Esto reduce el espectro de la política universitaria convirtiéndola en un club, en un taller, sectorizado y empequeñecido, reducido para que no genere incertidumbre. Sin poder no hay incertidumbre.
¿Para que? Es decir, ¿a qué responde que la Federación y el movimiento estudiantil pierdan su poder y se conviertan en un taller de política? Sin duda, hay muchos interesados. A la Rectoría le interesa, ya que siempre es un fastidio tener que escuchar las quejas o la opinión de los estudiantes, especialmente cuando estas son críticas o desacuerdos. También, para los dirigentes es mejor contar con un espacio más pequeño, libre de las exigencias de los estudiantes y libre también de la necesidad de hacer muchas actividades o de manifestar excesivo compromiso. Nadie quiere quemarse, claro. La verdad es que por lo general, los dirigentes universitarios son buenos para hablar, pero no para organizar cosas. Y a mí me ha tocado conocer a hartos dirigentes universitarios, no sólo en la católica. Los pequeños – políticos son ciertamente perezosos, no les gusta moverse mucho. Son como un niño regordete meciéndose y discutiendo con otros niños permanente. Así, existe la Dirección General Estudiantil, que le hace la pega a la Federación, manteniendo tranquilos a los estudiantes. Entre la DGE y el DAEx entregan abundantes recursos para actividades, becas, apoyo estudiantil, etc. Incluso, organizan actividades para los alumnos. Mientras, la pequeña política se desenvuelve, dándoles en el gusto a los dirigentes, preservando su espacio privilegiado de juegos, alianzas y traiciones. Nadie quiere que se aburran, no. Y, claro, nadie tampoco quiere quemarse. Ahora, la pregunta es: ¿la Rectoría quiere hacer desaparecer a la Federación y a los grupos políticos? No, nada más lejano a la realidad. La Rectoría necesita de una Federación y necesita de una pequeña política, de grupos políticos. Porque dirigentes siempre van a existir y hay que tenerlos tranquilos, porque sino el ciclo de las quejas y las críticas molestas se repite. La Feuc va a seguir existiendo. Sólo que se le despoja (la despojamos) de toda atribución.
¿Cuál es el poder que tiene la Feuc y los dirigentes universitarios en general para representarnos y defendernos? Ninguno. De hecho, de los rounds con la Rectoría, (que de por si han sido pocos) se ha perdido siempre, a pesar de que los dirigentes no tengan vergüenza en decirnos lo contrario. El caso del alza de los aranceles por sobre el IPC es sintomático. Y también uno de sus paliativos, acordado con el beneplácito de nuestros dirigentes: alza de aranceles, ok, pero sólo a los que entran en primer año. ¿Se puede hacer un juicio que justifique éticamente esta decisión? No existe una versión estudiantil de las cosas. Nosotros, los estudiantes, no tenemos pito que tocar, porque nuestros dirigentes no se van a quemar y menos a poner de acuerdo para enfrentarse efectivamente a la Rectoría. Sencillamente porque eso sería demasiado esfuerzo para ellos, además de que arriesgarían la posición privilegiada de la pequeña política. Y peor aún: arriesgan un futuro cargo en un “ministerio o casa de comercio”, uno nunca sabe. En fin, hoy la Universidad la dirige el Rector, y él puede hacer lo que tenga en mente. No debe buscar nuestra aprobación ni temernos, porque somos impotentes. En este punto alguien dirá que son los estudiantes los apáticos, los que permiten que esto suceda. Desde ya le respondo a este pequeño político: el Rector sabe hacerla. Sabe dejar contentos a los estudiantes, aunque no siempre nos gusten todas sus medidas. De alguna manera los estudiante se han resignado, al ver el actuar de las autoridades de la UC y la incapacidad e ineptitud de sus dirigentes. Porque si los estudiantes no estuvieran bien, hace tiempo que se hubieran rebelado. Y no habrían ido por la cabeza del Rector, sino que por la de los pequeños políticos. Pero el Rector es hábil, mucho más que nuestros dirigentes. ¿Se puede reprender a los estudiantes por su resignación?. De ninguna manera. Debe reprenderse a los dirigentes, por no ser capaces de ofrecer algo mejor que Rosso. Debe reprenderse a los dirigentes, por permitirla.
¿Qué podemos hacer entonces? En principio, no hay que desesperarse. Luego, con calma, preguntarse de que lado se está. Si se da cuanta que tiene problemas afectivos, o porque sencillamente le gusta, o le provoca placer, acérquese a la realidad del reconocimiento. Intégrese con todo a la pequeña política (trate eso si de no convertirse en un limosnero – soldado – universal) y busque el reconocimiento de sus pares. Y reparta, si es que llega a la Federación, el dinero que hay. Pero ojo, no busque más que esto, porque no le va a ir bien. Al contrario, si luego de su introspección se da cuenta que no, que usted (cree) estar para grandes cosas, hágalas. Así de simple. Para eso, hay opciones: la pastoral, el voluntariado en general, los Centros de Estudiantes y más. Y no son malas opciones. Son, ciertamente, espacios políticos. En la medida en que estos espacios se llenen con ideales, y estos ideales tengan una correspondencia en la realidad, encarnados por estudiantes, el camino hacia la revalorización de nuestra posición estará abierto. ¿Muy improbable? Puede ser, pero tengo fe en los estudiantes y tengo fe que algún día ellos cambiarán su destino. Siempre podemos volver a hacer una política decente, es decir, una que realmente muestre el poder de los estudiantes. Sólo hay que hacerlo.
¿Y qué hacemos con la Federación y los pequeños políticos? He estado presente en asambleas en que una directiva de CC.EE. ha planteado la posibilidad de desfederarse. La reacción nunca es buena, es decir, el primer impulso es a negarse rotundamente, como si no existiese la posibilidad de romper el vínculo con la Federación. Esto sucede porque esta relación es vista como un hecho normal y autosuficiente. Esto no es cierto. Pero tampoco la opción necesariamente es la desfederación. En el fondo, a los estudiantes comunes y corrientes también nos sirve la Feuc. Entonces, vamos a tratar de ser más pillos que los pequeño – políticos, cosa que no debería costarnos mucho trabajo. Vamos a buscar exprimirlos, conseguir la mayor cantidad de dinero posible para becas, la mayor cantidad posible de fondos concursables y la mayor cantidad de apoyo para lo que queramos hacer. Es decir, los vamos a instrumentalizar. Total, aun no nos quitan el derecho a votar. Y es esa la única posibilidad de poner en un saco a los grupos políticos. Pero por favor, no veamos a la Federación como un fin, como un ideal, como la posibilidad de enfrentar de una vez y para siempre todas las frustraciones del mundo, que en realidad son nuestras frustraciones personales. Usemos nuestra fortaleza y nuestro esfuerzo en pos de nuestros sueños. Y cumplámoslos. Pero hoy, no mañana ni cuando seamos profesionales. Hoy. No desfederarse. No es necesario, no es importante. Pero si darse cuenta que la realidad de la Federación no tiene sentido en sí misma, que ha sido construida. Por eso, su transformación es asequible. Y no es como derribar una pared de concreto. Más bien, es como quemar una hoja de papel.


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